sábado, 20 de febrero de 2010

Cuentos a medio terminar...

POCA COSA                                                                                     



Bastante poca cosa, a simple vista.
Demasiado delgado,
para mi gusto.
Un tanto
insípido, anodino.
Alguien
que no te dice nada especialmente.
Y, sin embargo, aquella noche supe
que si al día siguiente me telefoneaba,
me acostaría con él.


Y telefoneó.


Mucho mejor de cerca que de lejos,
tierno y obsceno al mismo tiempo y dulce
como un terrón de azúcar en la boca,
decidí que tendría que probarlo
una vez más.


Y más tarde
fue otra y otra y otra y otra y otra y
tuve miedo al pensar
dónde podría llevarme todo aquello.


Ir poniendo tierra de por medio fue mi modo de huir
y él tampoco hizo mucho por quitarla.
Pero una de las últimas noches me pidió,
tierno y obsceno al mismo tiempo
y dulce
como el terrón de azúcar de su lengua en mi boca,
que le escribiera un poema. Entonces yo,
bajo un impulso extraño,
en un intento
de llevármelo conmigo a un lugar
muy cerca del peligro, le propuse: inspíramelo tú.


De habérmelo inspirado,
quién sabe lo que ahora le estaría escribiendo.

(Inmaculada Mengíbar)

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